Der heutige Post geht um ein Thema, welches ich hier noch überhaupt nicht angesprochen habe und wozu auf meinem Blog bis jetzt noch kaum etwas zu finden ist: meine Haupttätigkeit die Arbeit.
Ich weiß, dass viele schon lange auf so einen Bericht warten, aber ich hatte am Anfang einige Probleme und habe lange gebraucht mich dort einzuleben und wollte deshalb warten und alle meine Erfahrungen gesammelt zusammenschreiben.
Den folgenden Bericht musste ich im Februar für meine Arbeitsstelle schreiben, deshalb ist er auf Spanisch. An alle, die kein Spanisch können: Ihr findet mit Sicherheit einen Weg den Text zu übersetzten. Viel Spaß beim Lesen und ich freue mich wie immer über Feedback!!!
Niños corriendo por
todo lado, bebés gritando, barrer, trapear y ordenar los cajones de ropa cada
día. Eso es la vida cotidiana en las casas familiares de la Fundación Cristo de
la Calle. De ahí se puede preguntar por qué he decidido de hacer un año
voluntariado y porque me gusta tanto trabajar ahí.
En este medio año, que
estoy aquí en Ecuador, me he dado cuenta que he cambiado muchísimo. No sólo
aprendí bastante sobre niños y su comportamiento, sino también sobre mi misma.
Hace seis meses, no pensé
que este año podría marcarme tanto. He venido para conocer el otro lado del
mundo, una nueva cultura y mejorar mi español, pero nunca pensé que también
cambiaría mi personalidad y mi ideología durante este medio año.
Al principio no sabía
mucho sobre el trabajo en las casas familia y por eso necesité mucho tiempo
para adaptarme y descubrir cuales son mis tareas. Era muy difícil, porque
después de una semana me cambiaron de casa y de golpe todo era nuevo otra vez. Al
inicio esperaba que me digan que hacer, pero rápidamente entendí que aquí no
funciona así. Por lo tanto empecé a hacer cosas que pensaba que eran necesarias.
Por eso comencé a lavar, barrer, trapear, limpiar la cocina y los baños, tender,
doblar y guardar la ropa. Con el tiempo también me decían que era necesario arreglar
los cajones de ropa de todos los niños cada día, quitar el polvo de los muebles
y algunas cosas más. Los primeros meses estaba ocupada con ayudar en la casa, llevar
y retirar a los niños de la escuala y sobre todo no olvidar nada de lo que
debía hacer. Existían días en los que estaba dedicada a hacer la ropa por cuatro
o cinco horas y el resto del tiempo lavaba platos, pero ahora sé que el trabajo
en la fundación significa mucho más.
Siempre pensaba que
jugar con los niños me impedía hacer las tareas realmente importantes en la
casa y por eso me sentía muy mal jugando con los niños, pero en realidad es lo
contrario. Aprendí que tomarse tiempo sólo para atender a los niños no es solo
parte del trabajo sino lo que lo constituye, porque la meta grande es dar amor
a los que más lo necesitan: los niños.
Aunque hasta ahora
siempre escribí “trabajo”, en realidad lo que hacemos no es un trabajo, sino
mucho más. Las educadoras y también los trabajadores sociales hacen un trabajo
allí, pero nosotras que venimos de Alemania hacemos un volutariado. A pesar de
que las tareas que hacemos en las casas familias son iguales o casi las mismas,
para mi hay una gran diferencia. Nuestro estímulo no es recibir dinero por el
trabajo que hacemos, sino el amor que los niños nos dan cada nuevo día. Con eso
definitivamente no quiero decir, que los que reciben dinero no aman a los
niños, eso de ninguna forma. Pero es completamente otra cosa venir de tan lejos
para apoyar sin recibir algo materialmente, sino solamente para ayudar y dar
amor.
Cuando vienen nuevos
niños a la casa, siempre es difícil, porque no tienen idea de las reglas de la
casa. Además vienen de familias o situaciones muy especiales y excepcionales,
por lo tanto no están acostumbrados a tener una casa segura con personas que
les cuiden, con reglas y obligaciones pero también libertades. Algunos
solamente conocen la violencia como solución, otros tienen mucho miedo o no saben obedecer. Con todos estos carácteres
tan diferentes se tiene que buscar una solución para que puedan vivir todos
juntos en tranquilidad y seguridad.
El objetivo más grande
es reunirlos con sus familias o encontrar una familia adoptiva donde puedan
vivir una vida feliz y llena de alegrías. Es lo que todos merecen y estos
momentos muy especiales para los niños se celebra siempre con mucha alegría y
los mejores deseos en la fundación. Pero también se tiene que mencionar los
pequeños pasos en la vida de los niños, porque igualmente son muy importantes.
Así como guardar la ropa o lavar su plato por su mismo. Para mi, estas cosas me
alegran mucho, porque significa que participan en la casa y con el tiempo ganan
más y más autonomía. En especial la historia de una niña me alegra muchísimo.
Al principio siempre era muy callada y no me respondía de ninguna manera.
Después de unas semanas empezaba a hablar, pero muy mal de otras personas y
cuando no le gustaba una cosa amenazaba con pegarme y empezaba a llorar
facilmente. Ahora, después de aproximadamente 4 meses que ya vive en la
fundación, está acostumbrada a la vida en la casa familia, siempre está con una
sonrisa e incluso logré que diga “por favor”, para mi es un paso muy grande y
estoy muy orgullosa de ella. Ahora practicamos el decir “gracias” y creo que
estamos en el camino correcto de conseguirlo.
Pero no siempre es
así. Hay niños que regresan otra vez porque tenían problemas en sus familias,
niños que necesitan más tiempo para acostumbrarse a una vida completamente
diferente de su vida anterior, niños que influyen otros de manera negativa,
niños que roban, que gritan y que se escapan. Por qué? Porque la vida es así.
Algunos pueden aceptar su pasado y ver adelante facilmente, otros necesitan más
tiempo para digerir lo que pasó. Algunos viven su vida como les gusta, otros
quieren más atención. Algunos arreglan todas sus cosas por sí mismos, otros
necesitan ayuda. Y está bien así. No existe una manera de hacer las cosas
correctas, porque cada niño es único en cuanto a su pasado, su carácter y su
manera de actuar y pensar.
Por eso aprendí que no
hay solo una solución correcta de resolver situaciones difíciles, sino muchas
propuestas diferentes. Además es lo que me gusta del trabajo en las casas
familias. Siempre hay nuevos desafíos que se tiene que plantear. Por lo tanto,
el trabajo con los niños, que antes solo fue un motivo muy pequeño de ir por un
año al extranjero, ahora es la razón más grande para quedarme seis meses más.
Los niños que corren
en mi dirección sonriendo cuando me ven viniendo al trabajo gritando mi nombre
y me abrazan llegando a mi lado, son los que me dan la fuerza de superar los
tiempos difíciles en los que no tengo ninguna idea de como actuar. Los niños
que están colgando en mi pantalon cuando se acabó mi turno de trabajar, ponen
una sonrisa en mi cara que más grande no podría estar. Y cuando la niña que
mencioné anteriormente una vez me dijo: “Te quiero mucho, Tamara”, no me
importó que ese día los cajones estuvieran completamente desordenados y recordé
porque estoy aquí haciendo este año voluntariado: para darles cariño, seguiridad
y amor a todos los niños.
En definitiva, quiero
agradecer a todas las personas sin los que no hubiera sido posible para mi
hacer estas experiencias y que hacen todo para que los niños tengan una vida
feliz. Gracias a todos los trabajadores sociales, psicológicos, educadoras y
voluntarios por sus esfuerzos cada día. Gracias a todos los niños que me
acogieron con manos abiertas y mucho cariño aunque saben que solamente me
quedaré por un año. Gracias a todos que me acogieron calurosamente sin que
hable español perfecto. Gracias a mis compañeras de Alemania que para mi ya no
son voluntarias sino amigas y que me ayudan con todas mis problemas. Gracias
especialmente a Claudia (nuestra jefa), que siempre está aquí con nosotras y que también nos
ayudó mucho con cosas fuera del trabajo. Gracias a todos por todo!
¡Qué los próximos seis
meses existan más experiencias para mi, fuerzas para todos los trabajadores de
la fundación y más amor para los niños!
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